Serie Mi Especie N 31
Técnica mixta: Pintura y collage
24 x 30cm
Año 2024
Derruido, flotando,
sostenido.
El trozo del planeta que logro ver hoy,
El trazo de mi.
Veo nuevos mundos naciendo,
perfectos, redondos,
sin cicatrices, nos contagian.
Las avejas se llevan el polen de las flores,
ensueños navegan el viento,
recorren la brisa,
se expanden en la calma.
LA OTRA GRIETA.
A veces me abruman situaciones que no entiendo.
Si mueren 10 personas mayores en un geriátrico de EEUU, China, Argentina o el país que elijan, es un tema central de alto impacto, móviles en vivo y decenas de análisis con “eruditos”. Acá, una situación parecida queda en algunos titulares de informativos, declaratorias de duelo, caras compungidas y pobres intentos de explicar “los motivos”. Al final, lo más triste es que ninguna de las formas de cobertura podrá contra la epidemia actual de la apatía. Sin embargo, hay algo aún peor, y es la mirada miope del ” dime donde naces y te diré qué interés mereces”. Imaginen 10 muertos en un residencial capitalino, esos de mensualidades altas y habitaciones con vista a jardines que nadie disfruta. Cuán diferente sería la cobertura de esa tragedia. Pongamos otro caso: si un niño es baleado en un barrio “conflictivo” es una cosa, si sucede en un barrio cómodo, es otra. En este país maravilloso en tantos sentidos, cuesta asumir que si alguien desaparece en el extremo norteño, fronterizo y pobre, sólo su comunidad se entera. Pero si sucede en un barrio sureño y costero, las redes se inundarán con fotos reclamando saber qué pasó. Esa sensibilidad selectiva es la que me sigue angustiando. Y por favor que nadie vea una posición política en este posteo. Simplemente me niego a aceptar esa otra “grieta” , de sensibilidades. Hay cierta indolencia instalada, donde es más interesante hablar de tránsfugas políticos de poca monta, de un ex custodio oscuro o de una victoria deportiva, que de las circunstancias que provocaron que 10 personas mayores e indefensas, hayan sido consumidas por el fuego en un lugar “lejano” . Fuego del que tal vez ni siquiera pudieron defenderse, por limitaciones físicas o mentales, y que murieron casi anónimos en la madrugada de un 7 de julio. Anónimos como tantos otros heridos de muerte por el desamparo y las miradas de costado. En pocos días estas personas ya habrán pasado al olvido de los informativos, incluido el que conduzco. Me digo y me cuestiono, lo planteo y les pido: que la indiferencia no nos mate de frío.
*la mirada perdida